Tres relatos comunes de una misma
historia, sin tiempo ni espacio;
Una;
He imaginado muchos escenarios
para la conversación, no sé si involucrar a algunas personas para que me den su
apoyo, o hacerlo solo ella y yo; pero la verdad es que ya no aguanto más, creo
que es justo y necesario sostener
esa conversación con ella, creo
que lo merecemos, así evito su zozobra, a la final puede que me dé más
libertad, y por supuesto tranquilidad a ambos. Aunque no dejo de pensar en la
molestia que pueda provocar,
sé que es inevitable que el resto de la familia se entere y se involucre, pero eso es algo que enfrentare en su
momento.
Dos;
Hace ya bastante que lo hice, sin pensarlo
mucho y luego de una relación de varios años decidí contárselo, para mi asombro
no me creía, y aunque parezca curioso me toco convencerla, no digo que se
alegró pero lo tomo bastante bien, hoy día se convirtió en una buena amiga,
sabe dónde voy, con quien ando y hasta que estoy haciendo, sin reproches, y con
buenos consejos como debe
ser.
Tres;
En esos tiempos la comunicación
aun no estaba tan globalizada, y era muy fácil ubicar a una persona a través de
la guía telefónica, sobre todo si lo que se quería era hacer alguna maldad, ese
fue mi caso; una simple llamada de la que me hice merecedor ya ni recuerdo
porque, esa llamada sirvió para sembrar la duda en ella y no tardo en hacerme
la pregunta, a la cual simplemente respondí “si el rio suena es porque piedras
trae”, los días siguientes fueron muy difíciles, de pocas palabras, solo las
suficientes para reproches y preguntas, si bien es cierto el tiempo lo cura
todo.
Por muy distante que pueda estar, molesta o
silente, una madre siempre acude al llamado de un hijo, presente o ausente el
corazón y recuerdo de una madre siempre acompaña y consuela, no hay nada que el corazón de una madre no
entienda y pueda soportar, porque nos
dieron la vida, mostraron el mundo y nos enseñaron a vivir con principios y
valores, una madre siempre esta donde un hijo la necesite, agradezco a la vida
por mostrarme esto.
“Por qué tan grande es el amor de
madre que hasta Dios quiso tener una”