Muy niña, flaquita y atenta, parecía una “tarita”, siempre sonriente y pendiente de todo, jugando, preguntando, poco a poco fue compartiendo mi tiempo, mi espacio y mis cosas, sin darnos cuenta se creó la conexión que se mantuvo y creció con el tiempo, permitiéndonos mutar de ser tío/sobrina a ser mucho más; padre/hija, hermanos, compañeros de trabajo, de casa, a veces ella madre yo hijo, siempre fraternales, pendientes el uno del otro.
Todo comenzó más o menos a sus once años de edad, cuando por unas vacaciones fue a pasar unos días a casa de la abuela, como varias de sus primas con ánimos de compartir tiempo juntas. A partir de ahí quien sabe cómo o cuando nació dicha conexión entre ambos, no sé porque, pero antes no fue.
El tiempo sabio como siempre permitió desarrollar habilidades y compromisos que quizás de otra forma yo no lograría, aprendiendo ambos en el camino a desarrollarlos y cumplirlos, de tanto preguntar saber y aprender lo hicimos juntos. Siempre pendientes y atentos de un debido y oportuno regaño en cualquier dirección.
Hoy; ni sombra de aquella huesuda tarita que vivía brincando de un lado a otro con semejante sonrisa, que aun mantiene claro está junto a uno que otro juego, pero con el cuerpo y belleza de la mejor mujer en que logro convertirse que me hincha de orgullo, por su personalidad y buenos sentimientos, en fin a una mujer de principios.
Espero en Dios la vida y salud suficiente para conocer su descendencia, hoy es una excelente tía y estoy seguro será una buena madre llena de cariño y educación para su familia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario